jueves, octubre 19, 2006

Malas Costumbres


A veces pienso que las fiestas patronales que muchos pueblos de nuestro país realizan son simplemente una justificación para comer y beber en exceso. No quiero decir que todos sean así, pero tengo una mala experiencia y, como profesional que no soy, no voy a generalizar.
Hay un pueblo en valle del río Pativilca que, como muchos otros, realiza sus fiestas patronales en el mes de agosto. Las celebraciones no son tan tradicionales ni tiene nada de extraordinario, solamente una procesión, una misa y lo que todo el mundo quiere: la fiesta.
Lo que me molestó (y eso que no soy creyente, pero respeto mi religión católica) es que poquísima asistió a la misa; pero para la comida y la cerveza, todo el mundo estuvo presente con una sonrisa de que son los más creyentes y santos del pueblo.

Y siempre es lo mismo, no sólo con la gente de ese pueblo, sino con la gente de nuestra horrible ciudad de Lima. Entiendo que mucho de eso se debe a la educación de las personas, y no sólo me refiero al colegio pues muchas personas van al colegio y se comportan peor que animales.
Por ejemplo, hace poco mi madre asistió al “año de la muerte de una persona”. Como buena cristiana que es ella, asistió a la misa también y, luego, a la “reunión”. Nos contó que poca gente había estado en la iglesia y que todos habían aparecido en el local en donde se iría a servir la comida. Qué mal acostumbrados. Para mi madre y para muchos, incluyéndome, lo más importante es que recemos por aquella persona que ya murió pues, para mí, la religión y el alma es lo mismo, no existe, está en la mente de las personas. Y pues, por sentimientos, no creo que recordar la muerte de una persona se realice con atracones de comida y litros de cerveza.

No quiero decir que todos seamos así, eso se debe a la educación, como dije, a su forma de vivir, a sus costumbres, a la tradición.

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